Un amor de Sara Mesa

 Si no te encuentras a ti, no encontrarás a nadie. Vayas donde vayas.

Con estas palabras comienzo mi humilde opinión sobre esta novela. ¿Sinopsis? Aquí la tienes. 

Ambiciosa, sólida, arriesgada: vuelve Sara Mesa con una novela en la que las pulsiones más insospechadas de sus protagonistas van emergiendo mientras la comunidad construye su chivo expiatorio. 



La historia de Un amor ocurre en La Escapa, un pequeño núcleo rural donde Nat, una joven e ​inexperta traductora, acaba de mudarse. Su casero, que le regala un perro como gesto de bienvenida, no tardará en mostrar su verdadera cara, y los conflictos en torno a la casa alquilada –una construcción pobre, llena de grietas y goteras– se convertirán en una verdadera obsesión para ella. El resto de los habitantes de la zona –la chica de la tienda, Píter el hippie, la vieja y demente Roberta, Andreas el alemán, la familia de ciudad que pasa allí los fines de semana– acogerán a Nat con aparente normalidad, mientras de fondo laten la incomprensión y la extrañeza mutuas.

La Escapa, con el monte de El Glauco siempre presente, terminará adquiriendo una personalidad propia, oprimente y confusa, que enfrentará a Nat no solo con sus vecinos, sino también consigo misma y sus propios fracasos. Llena de silencios y equívocos, de prejuicios y sobrentendidos, de tabús y transgresiones, Un amor aborda, de manera implícita pero constante, el asunto del lenguaje no como forma de comunicación sino de exclusión y diferencia.

Sara Mesa vuelve a confrontar al lector con los límites de su propia moral en una obra ambiciosa, arriesgada y sólida en la que, como si de una tragedia griega se tratara, las pulsiones más insospechadas de sus protagonistas van emergiendo poco a poco mientras, de forma paralela, la comunidad construye su chivo expiatorio.

«La escritura de Mesa reivindica en cada línea su estricto cariz literario» (Manuel Hidalgo, El Mundo).

«Una escritora muy sólida. Una escritura serena y vibrante a un tiempo» (Francisco Solano, El País).

«Es una escritora como pocas, pues siempre logra establecer una atmósfera turbadora en sus historias» (Eric Gras, El Periódico Mediterráneo).



Aquí voy yo. 


¿Ambiciosa? No lo creo, aunque francamente interesante.

¿Sólida? Sí, también contundente, es cuestión de estilo, creo.

¿Arriesgada? ¿En qué sentido? Admito el calificativo en cuanto a que la autora cuenta la historia de forma magnífica, aunque como mujer vea una sucesión de cadencias humanitarias. Pero claro, esta precariedad no es culpa de Sara Mesa, sino del entorno conformado en La Escapa. Un lugar tan real como muchos otros y tan decrépito como la mayoría.


No voy a cometer el error de comparar El Glauco con mis vistas. Eso es imposible. No creo que haya que bajar el ratio de población para diagnosticar patologías sociales de exclusión y opresión en pequeñas comunidades de vecinos. Porque al final, se trata de eso, de una sociedad a pequeña escala. La Escapa suma extremos de población útil e inútil, diferentes estratos económicos, enemistades enfocadas a aumentar la fraternidad de los que no quieren tirotearse. Allí la mayoría están trillados de la cabeza.

¿Qué pasa con Nat? No me ha caído bien, pero es que es difícil que te caiga bien. Puedes sentir empatía, cordialidad o pena por su ausencia de amor propio. Eso sí, el personaje mantiene la coherencia y evoluciona, aunque también podría decirse que involuciona. Durante la novela he tenido la sensación de que todos culpan a La Escapa de los errores que comenten, menos Nat. La protagonista describe sus acciones con la ausencia de palabras. Diálogos indirectos que acentúan la ausencia de comunicación efectiva. Recurrir una y otra vez a un solo instante que alimenta todo lo demás:

"El tacto de sus dedos la primera vez, en su cintura. La camiseta puesta..." 

O la pereza a la hora de encontrar la realidad de una situación. Como si interpretar con la balanza eterna del perdedor fuera mucho más cómodo que el riesgo de no tener un amor lo suficientemente intenso. 

"Es mejor no pensar, pero los pensamientos llegan y se deslizan a través de ella, entrelazándose.... Ya ese empeño -esforzarse en que entren y salgan y no se acumulen- es de por sí un pensamiento demasiado intenso para su cabeza."

Un lenguaje que sin usarse para transmitir un mensaje directo roza la perfección:

"Algo que tiene que ver con la edad, con el peso -más que con el paso- del tiempo."

Pensamientos que hablan más de la falta de amor que de la pasión:

"La inexperiencia de él la engrandecía a ella..."

Y yo, que soy de interpretar lo imposible entiendo que la autora nos viene a decir que tenemos el amor que creemos merecer, que si tienes miedo a la traición te traicionarán, si temes la falta de amor no habrá quien te ame lo suficiente y sobre todo, nos dice que todos los pasos cuentan para llegar a un instante de paz. Mil desamores pueden sumar Un amor, un verdaderos Amor a uno mismo. 

Después de esto solo me queda decirte que intentes leer esta novela completa sin leer antes los dos últimos párrafos. Sara Mesa convierte lo extraño en magnífico. Y aunque no quiero a Nat, quiero a esta novela. 


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