Diario de una mente compleja



Compleja y espesa. Obtusa sin causa o razón. Hoy no me siento eufórica como de costumbre. Me siento pesada, lastrada desde la piel al alma. Es mi resaca emocional, camuflada por el cansancio típico, la respuesta de mi cuerpo al cambio.

En el mundo hay personas para todo. Personas que entran y que salen, que están con nosotros, nos hacen sentir por encima del mundo y después retroceden como la marea, dejando la playa seca y sola. Pero la marea vuelve, y echar de menos es doloroso cual intenso. Estoy escuchando música para ayudar a descansar mi mente pero, mi mente descansa cuando habla. A veces a voces, a veces a través del silencio que tanto nos demuestra. En ocasiones a través de los dedos que son capaces de contar lo que el corazón abraza con recelo: la pena, echar de menos. La culpa por lo que ya no se puede hacer, el remordimiento por no haber amado más, más aún. Ese abrazo que está lejos, esos abrazos que están demasiado lejos. Los de mi padre, los tuyos, los suyos.

Conciencia, coherencia, poesía.
Sin ánimo de ofender,
quede cada cual en calma
vaya cada uno a su lugar.
La Paz la tuve,
cuando la Paz me exigía. 

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