hacia dentro

Hay días que no tenemos ganas ni de respirar y sin embargo, hay días que respiramos sin darnos cuenta. Es difícil de explicar, pero tan solo ocurre de este modo.

En ocasiones las cosas no cuadran. Lo tenemos todo y no somos capaces de sonreír y a veces, cuando no tenemos nada sacamos carcajadas de lugares y frases insospechadas. Pero cuanto más sonrío más sola me siento. Es como si me alejara,como si fuera en una barca de vela que se aleja de la orilla con solo mi respiración. Lejos, más y más lejos. Hacia dentro.

Quizás, lo que ocurre es que, cuánto más sonrío, más estoy guardando. Quizás, sólo quizás.

Y entonces, cuando menos te lo esperas, estás pidiendo ayuda para flotar porque estás hundida y rendida. Rendida porque nada depende del esfuerzo, solo de la suerte. De la te toca, que no suele ser buena. nada depende del deseo ni de la necesidad, solo del capricho del destino que se empeña en empozoñarnos en la envidia del desequilibrio, porque otros tienen lo que deseamos. Porque no tenemos lo que queremos.

Y entonces, te rindes y cuando te ves al fondo te aferras a la esperanza de la resurrección para ver que de nuevo, mil veces renacida, te toca vivir siempre la misma vida. Una y otra vez. Una y otra vez.

De nuevo, miles de lágrimas hasta llegar al momento de "esta es mi vida y tengo que hacer con ella lo que pueda, tengo que vivirla". Y de nuevo volvemos a los mismo, a convertir cada oportunidad en la mejor y en la definitiva llevando el concepto de vivir un poco más allá de la supervivencia. Volando cada vez junto al Ave Fénix y luchando por supervivir, que sobrevivir ya sabemos hacerlo.

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